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La Copa de Europa

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¿por qué TAKE ME OUT es una de las mejores canciones del 2004? parte II

Discográfica: Domino Records

¿por qué TAKE ME OUT es una de las mejores canciones del 2004? Parte I

So if you're lonely You know I'm here Waiting for you I'm just a cross-hair Just a shot away from you If you leave here You leave me broken Shattered I lie We're just a cross-hair Just a shot then we can die I know I won't be leaving here With you
I say don't you know You say you don't know I say take me out
I say you don't know Don't move time is slow I say take me out
I say don't you know You say you don't know I say take me out
If I move this could die If eyes move this could die I want you to take me out I know I wont be leaving here
With you
I say don't you know You say you don't know I say take me out
If I wait this could die Is I wane this could die I want you to take me out
If I move this could die If eyes move this could die Come on
Take me out
I know I won't be leaving here
With you

Franz Ferdinand

(the) weight

(the) weight ensoñaciones

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei Dos años ha tardado en rodarla. Tres meses para vacíar el río, más de seis meses para construir un pueblo y esperar otro año más para inundarlo. Tener delante a un señor como Theo Angelopoulos - bajito, calvo, un poco enclenque, tras unas gafas de sol medio traslucidas- y que te explique que no concibe la división del tiempo en presente, pasado y futuro, que es un todo; que te explique que, como Borges dijo de su literatura, hace películas para el mundo, para ti; que sentencie que no hay cine de autores sino cine personal, que hay quien es autor y quien lo intenta, que en Europa falta la nouvelle vague de la nouvelle vague, que a Europa le faltan mitos, que nos hemos despojado de Homero y de la mirada orfeica que nos ayudaba a construir nuestra identidad; que comente, a media voz, con la ausencia de la melancolía, que los viajes ficcionales que filma son viajes hacia sí mismo... Tener delante a un señor que ha rodado una película como ELENI -se estrena a finales de enero, probablemente con otro nombre-, un gran, grande poema trágico, de lenguaje desnudo por nacer como verbo e imagen epidérmica, de cadente movimiento por sus preciosistas planos panorámicos que engloban en una sola toma una geografía tanto espacial como temporal, un poema que es una historia de amor, de destierro, de apátridas..., en definitiva, una historia sobre la primera mitad del siglo XX; pues tener delante a ese señor es sentir como la electricidad de tu cuerpo entero se concentra en tu corazón para ir a a tu cerebro en un movimiento de vaivén contínuo del que, cuando todo ha acabado, no puedes, sino, caer en el vacío de las preguntas sin respuestas. Porque claro, a una no le han otorgado el Premio FIPRESCI a la mejor película europea de este año que termina. Mañana en Barcelona se lo darán al señor Angelopoulos.

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei Dos años ha tardado en rodarla. Tres meses para vacíar el río, más de seis meses para construir un pueblo y esperar otro año más para inundarlo. Tener delante a un señor como Theo Angelopoulos - bajito, calvo, un poco enclenque, tras unas gafas de sol medio traslucidas- y que te explique que no concibe la división del tiempo en presente, pasado y futuro, que es un todo; que te explique que, como Borges dijo de su literatura, hace películas para el mundo, para ti; que sentencie que no hay cine de autores sino cine personal, que hay quien es autor y quien lo intenta, que en Europa falta la nouvelle vague de la nouvelle vague, que a Europa le faltan mitos, que nos hemos despojado de Homero y de la mirada orfeica que nos ayudaba a construir nuestra identidad; que comente, a media voz, con la ausencia de la melancolía, que los viajes ficcionales que filma son viajes hacia sí mismo... Tener delante a un señor que ha rodado una película como ELENI -se estrena a finales de enero, probablemente con otro nombre-, un gran, grande poema trágico, de lenguaje desnudo por nacer como verbo e imagen epidérmica, de cadente movimiento por sus preciosistas planos panorámicos que engloban en una sola toma una geografía tanto espacial como temporal, un poema que es una historia de amor, de destierro, de apátridas..., en definitiva, una historia sobre la primera mitad del siglo XX; pues tener delante a ese señor es sentir como la electricidad de tu cuerpo entero se concentra en tu corazón para ir a a tu cerebro en un movimiento de vaivén contínuo del que, cuando todo ha acabado, no puedes, sino, caer en el vacío de las preguntas sin respuestas. Porque claro, a una no le han otorgado el Premio FIPRESCI a la mejor película europea de este año que termina. Mañana en Barcelona se lo darán al señor Angelopoulos.

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei Dos años ha tardado en rodarla. Tres meses para vacíar el río, más de seis meses para construir un pueblo y esperar otro año más para inundarlo. Tener delante a un señor como Theo Angelopoulos - bajito, calvo, un poco enclenque, tras unas gafas de sol medio traslucidas- y que te explique que no concibe la división del tiempo en presente, pasado y futuro, que es un todo; que te explique que, como Borges dijo de su literatura, hace películas para el mundo, para ti; que sentencie que no hay cine de autores sino cine personal, que hay quien es autor y quien lo intenta, que en Europa falta la nouvelle vague de la nouvelle vague, que a Europa le faltan mitos, que nos hemos despojado de Homero y de la mirada orfeica que nos ayudaba a construir nuestra identidad; que comente, a media voz, con la ausencia de la melancolía, que los viajes ficcionales que filma son viajes hacia sí mismo... Tener delante a un señor que ha rodado una película como ELENI -se estrena a finales de enero, probablemente con otro nombre-, un gran, grande poema trágico, de lenguaje desnudo por nacer como verbo e imagen epidérmica, de cadente movimiento por sus preciosistas planos panorámicos que engloban en una sola toma una geografía tanto espacial como temporal, un poema que es una historia de amor, de destierro, de apátridas..., en definitiva, una historia sobre la primera mitad del siglo XX; pues tener delante a ese señor es sentir como la electricidad de tu cuerpo entero se concentra en tu corazón para ir a a tu cerebro en un movimiento de vaivén contínuo del que, cuando todo ha acabado, no puedes, sino, caer en el vacío de las preguntas sin respuestas. Porque claro, a una no le han otorgado el Premio FIPRESCI a la mejor película europea de este año que termina. Mañana en Barcelona se lo darán al señor Angelopoulos.

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei Dos años ha tardado en rodarla. Tres meses para vacíar el río, más de seis meses para construir un pueblo y esperar otro año más para inundarlo. Tener delante a un señor como Theo Angelopoulos - bajito, calvo, un poco enclenque, tras unas gafas de sol medio traslucidas- y que te explique que no concibe la división del tiempo en presente, pasado y futuro, que es un todo; que te explique que, como Borges dijo de su literatura, hace películas para el mundo, para ti; que sentencie que no hay cine de autores sino cine personal, que hay quien es autor y quien lo intenta, que en Europa falta la nouvelle vague de la nouvelle vague, que a Europa le faltan mitos, que nos hemos despojado de Homero y de la mirada orfeica que nos ayudaba a construir nuestra identidad; que comente, a media voz, con la ausencia de la melancolía, que los viajes ficcionales que filma son viajes hacia sí mismo... Tener delante a un señor que ha rodado una película como ELENI -se estrena a finales de enero, probablemente con otro nombre-, un gran, grande poema trágico, de lenguaje desnudo por nacer como verbo e imagen epidérmica, de cadente movimiento por sus preciosistas planos panorámicos que engloban en una sola toma una geografía tanto espacial como temporal, un poema que es una historia de amor, de destierro, de apátridas..., en definitiva, una historia sobre la primera mitad del siglo XX; pues tener delante a ese señor es sentir como la electricidad de tu cuerpo entero se concentra en tu corazón para ir a a tu cerebro en un movimiento de vaivén contínuo del que, cuando todo ha acabado, no puedes, sino, caer en el vacío de las preguntas sin respuestas. Porque claro, a una no le han otorgado el Premio FIPRESCI a la mejor película europea de este año que termina. Mañana en Barcelona se lo darán al señor Angelopoulos.

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei Dos años ha tardado en rodarla. Tres meses para vacíar el río, más de seis meses para construir un pueblo y esperar otro año más para inundarlo. Tener delante a un señor como Theo Angelopoulos - bajito, calvo, un poco enclenque, tras unas gafas de sol medio traslucidas- y que te explique que no concibe la división del tiempo en presente, pasado y futuro, que es un todo; que te explique que, como Borges dijo de su literatura, hace películas para el mundo, para ti; que sentencie que no hay cine de autores sino cine personal, que hay quien es autor y quien lo intenta, que en Europa falta la nouvelle vague de la nouvelle vague, que a Europa le faltan mitos, que nos hemos despojado de Homero y de la mirada orfeica que nos ayudaba a construir nuestra identidad; que comente, a media voz, con la ausencia de la melancolía, que los viajes ficcionales que filma son viajes hacia sí mismo... Tener delante a un señor que ha rodado una película como ELENI -se estrena a finales de enero, probablemente con otro nombre-, un gran, grande poema trágico, de lenguaje desnudo por nacer como verbo e imagen epidérmica, de cadente movimiento por sus preciosistas planos panorámicos que engloban en una sola toma una geografía tanto espacial como temporal, un poema que es una historia de amor, de destierro, de apátridas..., en definitiva, una historia sobre la primera mitad del siglo XX; pues tener delante a ese señor es sentir como la electricidad de tu cuerpo entero se concentra en tu corazón para ir a a tu cerebro en un movimiento de vaivén contínuo del que, cuando todo ha acabado, no puedes, sino, caer en el vacío de las preguntas sin respuestas. Porque claro, a una no le han otorgado el Premio FIPRESCI a la mejor película europea de este año que termina. Mañana en Barcelona se lo darán al señor Angelopoulos.