los datos ausentes
Ayer descubrí la idea más romántica del olvido. Incluso los datos digitales están condenados a desaparecer por culpa del soporte en donde se han impreso, pensando, ingenuamente, que allí pervivirán hasta el fin de los días.
Escribir para permanecer, para desaparecer -Blanchot dixit-, pero lo que se escribe se acaba destruyendo. Los memoricidios, como apuntaba Goytisolo hace una semana en el suplemento literario del diario de referencia -ya diez mil números-, apuntan a la barbarie, y sobretodo, denuncian sotto voce la precariedad de la memoria humana, condenada, fatalmente, a su desaparición. Un olvido, que como el panta rei, acaba fluyendo hacia un lugar desconocido, deviniendo en una ficción de nuestros propios deseos y más inconfesables anhelos.
Escribir para permanecer, para desaparecer -Blanchot dixit-, pero lo que se escribe se acaba destruyendo. Los memoricidios, como apuntaba Goytisolo hace una semana en el suplemento literario del diario de referencia -ya diez mil números-, apuntan a la barbarie, y sobretodo, denuncian sotto voce la precariedad de la memoria humana, condenada, fatalmente, a su desaparición. Un olvido, que como el panta rei, acaba fluyendo hacia un lugar desconocido, deviniendo en una ficción de nuestros propios deseos y más inconfesables anhelos.
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