Tantos años esperando ver cómo el ñoño de Anakin se transforma en el inconmesurable Darth Vader para finalmente sólo disfrutar de apenas diez minutos de trágica metamorfosis. Mecachis... Eso sí, las naves y los gadgets mucho más elaborados. Como mínimo han recuperado la estética retro que merecían. 
Fin de semana crepuscular.
Supongo que todo mis deseos se han cumplido hoy.
No es su cumpleaños...
Un lunes de mucho calor, de exámenes de selectividad, de vuelta al trabajo, viejo y nuevo al mismo tiempo. Tras un fin de semana sin concesiones, lo único que quiero es dejarme caer en la playa y dormir con el sonido del agua yendo y viniendo...
Batman era el nombre del gato de Martina. Cuando volvía a casa de trabajar, a eso de las tres de la noche, el tío se despertaba y lo único que entonces veía eran sus enormes ojos amarillos que se avalanzaban sobre mis piernas desnudas. Corría, así, presa del miedo por el cachorro, escaleras arriba hasta la azotea. Le perdía de vista y ya no sé qué es lo que hacía. Batman Begins.
La sensación intencionada, suspendida y al mismo tiempo alarmante del vértigo del pasado viernes-sábado o qué demonios de día era, ya no sé, aparece hoy como un reverso, dos caras siempre tiene la moneda, en donde se acumula el miedo, la responsabilidad, las obligaciones y un tiempo, acechante, que acaba de situar mis malas virtudes en el piso mucho menos que cero del hundimiento de principios de semana. Hoy no me importan extraradios de capitales, crímenes de púberes sin atisbos de saber lo que son las consecuencias, o manifestaciones de la derecha progre. Hoy me limito a hacer un corta y pega, ahora, lunes al mediodía, de una de mis técnicas que, aún siendo denostada por algunos, practico sin el menor reparo de duda. La desaparición o recordar cómo empezaban los días escuchando Let's get worse.
perturbaciones
Tenía pensado una crítica destructiva hacia el nuevo diseño de una de las revistas donde escribo. Pero la sorpresa aguardaba hoy en el buzón de mi casa... Así que sólo me queda agradecerle al Punki, en calidad de tocayo y de emisario del mal allende los mares, esos pequeños grandes detalles, tan suyos, que son capaces de levantarle el día incluso al más malvado del clan. 
10.000 caracteres de viaje revolucionario
Un día, de tanto estirar, las cosas se rompieron.
La meterología no forma parte del periodismo. Pero, joder, que útil conocer las predicciones.
un poco de luz
El regreso.
Decía que el BAFF nos recibiría con una patada en el estómago. Pues bien, no se equivocó. Nobody knows nos dejó a todos sin habla, y a mi con un tiemble en las piernas que me plantó en mitad de las Ramblas gracias, además, a las mil lágrimas que regué esa noche. Como bien apuntó, ese nadie sabe que titula la trágica historia de cuatro hermanos abandonados a su suerte en un pequeño apartamento de una ciudad de Japón, no es más que la indiferencia que practica toda la sociedad ante un hecho que por cotidiano no deja de ser terrible. Nadie sabe quiénes son, de donde salen y, mucho menos, adonde van. Primeros planos de hiperrealismo emotivo. 
El día después de la onomástica de su favorito es el día en que ni las nubes del cielo, ni las cuatro llamadas insistentes, ni la voz un tanto socarrona, van a permitir que se modifique el entusiasta rictus que se dibuja un poco más encima de mi barbilla. Es un homenaje. Supongo...