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La Copa de Europa

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una semana en el motor de un autobús (laboratorio mágico)

una semana en el motor de un autobús (laboratorio mágico) ...Estoy seguro, tiene que haber algo...

una semana en el motor de un autobús (cumpleaños total)

una semana en el motor de un autobús (cumpleaños total) ...Y aunque juré que nunca más, me acerco hasta el servicio...

una semana en el motor de un autobús (montañas de basura)

una semana en el motor de un autobús (montañas de basura) ...¿aguantaré? ¿podré escapar? ¿podré volver?...

una semana en el motor de un autobús (ciencia ficción)

una semana en el motor de un autobús (ciencia ficción) ...porque seremos cientos por cada uno de los vuestros...

una semana en el motor de un autobús (un mundo de gente incompleta)

una semana en el motor de un autobús (un mundo de gente incompleta) ...tendré que ser más claro, si lo hago, ¿quién me va a entender?...

una semana en el motor de un autobús (parte de lo que me debes)

una semana en el motor de un autobús (parte de lo que me debes) ...de un millón de formas lo intenté y no sirvió de nada...

una semana en el motor de un autobús (la playa)

una semana en el motor de un autobús (la playa) ...Y te estuve persiguiendo
comprobando si era cierto
lo que todos me decían sobre ti...

una semana en el motor de un autobús (desaparecer)

una semana en el motor de un autobús (desaparecer) ...si te esfuerzas, puedes...

una semana en el motor de un autobús (segundo premio)

una semana en el motor de un autobús (segundo premio) ...ha servido para algo, por lo menos para mi...

rev. 9

rev. 9 Nosotros decimos que el cine, de momento, es una labor secundaria en la REVOLUCIÓN; pero que esta labor secundaria es actualmente importante y que por tanto es justo que lo tomemos como nuestra actividad principal.

Jean-Luc Godard (1970)

(En nombre del grupo Dziga-Vertov, Cinéma 70, nº 151.)

this is it, forever

this is it, forever warm weather

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei Dos años ha tardado en rodarla. Tres meses para vacíar el río, más de seis meses para construir un pueblo y esperar otro año más para inundarlo. Tener delante a un señor como Theo Angelopoulos - bajito, calvo, un poco enclenque, tras unas gafas de sol medio traslucidas- y que te explique que no concibe la división del tiempo en presente, pasado y futuro, que es un todo; que te explique que, como Borges dijo de su literatura, hace películas para el mundo, para ti; que sentencie que no hay cine de autores sino cine personal, que hay quien es autor y quien lo intenta, que en Europa falta la nouvelle vague de la nouvelle vague, que a Europa le faltan mitos, que nos hemos despojado de Homero y de la mirada orfeica que nos ayudaba a construir nuestra identidad; que comente, a media voz, con la ausencia de la melancolía, que los viajes ficcionales que filma son viajes hacia sí mismo... Tener delante a un señor que ha rodado una película como ELENI -se estrena a finales de enero, probablemente con otro nombre-, un gran, grande poema trágico, de lenguaje desnudo por nacer como verbo e imagen epidérmica, de cadente movimiento por sus preciosistas planos panorámicos que engloban en una sola toma una geografía tanto espacial como temporal, un poema que es una historia de amor, de destierro, de apátridas..., en definitiva, una historia sobre la primera mitad del siglo XX; pues tener delante a ese señor es sentir como la electricidad de tu cuerpo entero se concentra en tu corazón para ir a a tu cerebro en un movimiento de vaivén contínuo del que, cuando todo ha acabado, no puedes, sino, caer en el vacío de las preguntas sin respuestas. Porque claro, a una no le han otorgado el Premio FIPRESCI a la mejor película europea de este año que termina. Mañana en Barcelona se lo darán al señor Angelopoulos.

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei Dos años ha tardado en rodarla. Tres meses para vacíar el río, más de seis meses para construir un pueblo y esperar otro año más para inundarlo. Tener delante a un señor como Theo Angelopoulos - bajito, calvo, un poco enclenque, tras unas gafas de sol medio traslucidas- y que te explique que no concibe la división del tiempo en presente, pasado y futuro, que es un todo; que te explique que, como Borges dijo de su literatura, hace películas para el mundo, para ti; que sentencie que no hay cine de autores sino cine personal, que hay quien es autor y quien lo intenta, que en Europa falta la nouvelle vague de la nouvelle vague, que a Europa le faltan mitos, que nos hemos despojado de Homero y de la mirada orfeica que nos ayudaba a construir nuestra identidad; que comente, a media voz, con la ausencia de la melancolía, que los viajes ficcionales que filma son viajes hacia sí mismo... Tener delante a un señor que ha rodado una película como ELENI -se estrena a finales de enero, probablemente con otro nombre-, un gran, grande poema trágico, de lenguaje desnudo por nacer como verbo e imagen epidérmica, de cadente movimiento por sus preciosistas planos panorámicos que engloban en una sola toma una geografía tanto espacial como temporal, un poema que es una historia de amor, de destierro, de apátridas..., en definitiva, una historia sobre la primera mitad del siglo XX; pues tener delante a ese señor es sentir como la electricidad de tu cuerpo entero se concentra en tu corazón para ir a a tu cerebro en un movimiento de vaivén contínuo del que, cuando todo ha acabado, no puedes, sino, caer en el vacío de las preguntas sin respuestas. Porque claro, a una no le han otorgado el Premio FIPRESCI a la mejor película europea de este año que termina. Mañana en Barcelona se lo darán al señor Angelopoulos.

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei Dos años ha tardado en rodarla. Tres meses para vacíar el río, más de seis meses para construir un pueblo y esperar otro año más para inundarlo. Tener delante a un señor como Theo Angelopoulos - bajito, calvo, un poco enclenque, tras unas gafas de sol medio traslucidas- y que te explique que no concibe la división del tiempo en presente, pasado y futuro, que es un todo; que te explique que, como Borges dijo de su literatura, hace películas para el mundo, para ti; que sentencie que no hay cine de autores sino cine personal, que hay quien es autor y quien lo intenta, que en Europa falta la nouvelle vague de la nouvelle vague, que a Europa le faltan mitos, que nos hemos despojado de Homero y de la mirada orfeica que nos ayudaba a construir nuestra identidad; que comente, a media voz, con la ausencia de la melancolía, que los viajes ficcionales que filma son viajes hacia sí mismo... Tener delante a un señor que ha rodado una película como ELENI -se estrena a finales de enero, probablemente con otro nombre-, un gran, grande poema trágico, de lenguaje desnudo por nacer como verbo e imagen epidérmica, de cadente movimiento por sus preciosistas planos panorámicos que engloban en una sola toma una geografía tanto espacial como temporal, un poema que es una historia de amor, de destierro, de apátridas..., en definitiva, una historia sobre la primera mitad del siglo XX; pues tener delante a ese señor es sentir como la electricidad de tu cuerpo entero se concentra en tu corazón para ir a a tu cerebro en un movimiento de vaivén contínuo del que, cuando todo ha acabado, no puedes, sino, caer en el vacío de las preguntas sin respuestas. Porque claro, a una no le han otorgado el Premio FIPRESCI a la mejor película europea de este año que termina. Mañana en Barcelona se lo darán al señor Angelopoulos.

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei

Trilogia I: To Livadi pou dakryzei Dos años ha tardado en rodarla. Tres meses para vacíar el río, más de seis meses para construir un pueblo y esperar otro año más para inundarlo. Tener delante a un señor como Theo Angelopoulos - bajito, calvo, un poco enclenque, tras unas gafas de sol medio traslucidas- y que te explique que no concibe la división del tiempo en presente, pasado y futuro, que es un todo; que te explique que, como Borges dijo de su literatura, hace películas para el mundo, para ti; que sentencie que no hay cine de autores sino cine personal, que hay quien es autor y quien lo intenta, que en Europa falta la nouvelle vague de la nouvelle vague, que a Europa le faltan mitos, que nos hemos despojado de Homero y de la mirada orfeica que nos ayudaba a construir nuestra identidad; que comente, a media voz, con la ausencia de la melancolía, que los viajes ficcionales que filma son viajes hacia sí mismo... Tener delante a un señor que ha rodado una película como ELENI -se estrena a finales de enero, probablemente con otro nombre-, un gran, grande poema trágico, de lenguaje desnudo por nacer como verbo e imagen epidérmica, de cadente movimiento por sus preciosistas planos panorámicos que engloban en una sola toma una geografía tanto espacial como temporal, un poema que es una historia de amor, de destierro, de apátridas..., en definitiva, una historia sobre la primera mitad del siglo XX; pues tener delante a ese señor es sentir como la electricidad de tu cuerpo entero se concentra en tu corazón para ir a a tu cerebro en un movimiento de vaivén contínuo del que, cuando todo ha acabado, no puedes, sino, caer en el vacío de las preguntas sin respuestas. Porque claro, a una no le han otorgado el Premio FIPRESCI a la mejor película europea de este año que termina. Mañana en Barcelona se lo darán al señor Angelopoulos.