nota de antes de todo
Si quisiera dejar de respirar –otra posibilidad entre tantas–, para tí sería el último suspiro. El más valioso, el único puro y bienintencionado. Y lo que lo hace especialmente insólito: sin esperar, aunque no lo parezca, nada a cambio. Especial, desafortunada y muy atractivamente hasta donde no alcanzo a entender. Eso también –además de los ademases– te honra y te coloca en una posición para la que no tenía a nadie concebido. Ni por asomo. Y que quiero seguir viviendo. Si tú me dejas. Déjame.
28 de junio de 2004.
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