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La Copa de Europa

Steve Jobs

Steve Jobs (4 estrellas) 

¿El número de biopics sobre una persona es indicativo de su importancia en la mitología popular? En el caso de Steve Jobs, empresario, gurú y señor de Apple, sólo podemos afirmar vehementemente: al menos tres documentales y otras tres ficciones han tratado de acercarse a la inescrutable figura del informático y genio del marketing buscando descifrar la personalidad de un prohombre tan esquivo como fascinante. Jobs, como otros personajes glorificados por la sociedad, es un buen ejemplo, en efecto,  del esquema de triunfo, caída y redención tan propio del género si no fuera porque sus anteriores biopics no han estado a la altura de las circunstancias.

No es el caso del largometraje sobre Steve Jobs que se estrena ahora, el tercero, dirigido por Danny Boyle pero obra absoluta del guionista Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca, La red social); una pieza dramática de orfebrería que trata de escapar de las convenciones del género mirándose en un clásico de los clásicos: el retrato de Orson Welles sobre W. R. Hearst en Ciudadano Kane (1941). La comparación no es baladí si tenemos en cuenta que Sorkin, como Welles, se ha fijado en un prohombre megalómano y poderoso, cuya ambición shakesperiana marcó el ritmo de la industria tecnológica (sigue haciéndolo incluso postmortem), y porque Sorkin, como Welles con Hearst, presenta a Jobs como un ser vacío cuya excesiva personalidad se va construyendo a medida que avanza el filme. También, por último, el Jobs de Sorkin añora su propio Rosebud.

Sea como fuere, ese hiato de contenido le permite a Sorkin construir una fábula que nos muestra al hombre que se esconde tras el foco público y las bambalinas. Literalmente, ya que la cinta se estructura en tres actos que tienen lugar durante tres grandes hitos de Jobs como empresario – el lanzamiento de Macintosh (1984), el de Next (1988) y el de iMac (1998)- y siempre en los momentos previos a sus keynotes; unos minutos donde se pone en escena la personalidad del genio a través de tres subtramas (amistad, trabajo y familia) que se entremezclan con pulso adrenalínico e interpretaciones sobresalientes: lo de Michael Fassbender y Kate Winslet es de Oscar, aunque eso sea una obviedad.

Crítica aparecida en La cartelera - Levante el 1 de enero de 2016.

 



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