El desafío (The Walk)
El desafío (The Walk) 3/5 estrellas
En Man on Wire, el documental de 2009 sobre la proeza de cruzar el espacio entre las dos extintas Torres Gemelas neoyorquinas que realizó el funambulista francés Philipe Petit poco antes de que se inaugurara el World Trace Center, el protagonista arranca su relato con un significativo apunte: “Mi historia es una historia de hadas”.
Parece que Robert Zemeckis ha intentado en El desafío ser lo más fiel posible a esa oración y al espíritu del homenajeado al plantear el biopic de Philippe Petit en clave oral: es el Petit cinematográfico, interpretado por Joseph Gordon-Levitt, el que nos presenta la historia de esta gran y algo kamikaze hazaña y el que nos van guiando por cada una de las etapas del relato hasta llegar al espectacular clímax de la película, el vertiginoso paseo sobre el cable cruzando las gigantescas torres neoyorquinas.
Ese retrato de Petit como gran fabulador, como animador circense del ‘más difícil todavía’ y al mismo tiempo como héroe de acción sería uno de los aspectos más interesantes del trabajo si Zemeckis consiguiera imprimir algo de profundidad al personaje y si no dilatara tanto el proceso previo al hito del protagonista. ¿Necesitamos saber cómo se forjó, paso a paso, la identidad funámbula del personaje? Habrá quien crea que está de más, pero cabe reconocerle al cineasta que poner a Petit en calidad de showman es un dispositivo que otorga algo de entidad a un filme que intenta huir como sea del encorsetado género del biopic. Para Zemeckis el cine es mucho más que la dirección de actores, por lo que es comprensible que la cuestión dramática tampoco le importe en demasía.
No sucede de igual modo con las secuencias de cabriolas y de acróbatas: a un cineasta que lleva desde 2004 investigando por las posibilidades de la imagen digital y su fusión con la imagen analógica (Polar Express y Beowulf, por citar dos ejemplos conocidos) una historia como la de Petit le ha permitido explorar al máximo la magia del 3D y las imágenes generadas por ordenador. La secuencia de casi 20 minutos en la que Petit pasea por encima del cable entre los dos edificios no sólo es una simulación que provoca mareos de emoción, sino que ahonda en la poética de la gesta del personaje. Una atracción como pocas.
Crítica aparecida en La cartelera - Levante el 25 de diciembre de 2015.
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