bobby altman
"He sido muy afortunado en mi carrera, nunca he tenido que dirigir una película que no quisiera", dijo una vez el recientemente fallecido Bobby Altman. Nacido en Kansas y muerto ayer en la meca del cine, Los Ángeles, al estadounidense le debemos grandes obras de la irreverencia en el séptimo arte, como M.A.S.H. (1970), aunque también otros inexplicables productos como Popeye (1980) y Prêt-à-Porter (1994). Huraño y alcohólico, según el afilado Peter Biskind en el esencial "Moteros Tranquilos, Toros Salvajes", Altman deja una filmografía básica para entender el fracaso de esa generación que con las drogas, el sexo, la sangre y el rock n'roll llegó a Hollywood dispuesta a derruir el totémico sistema de estudios y que acabó siendo engullida por el monstruo. En la imagen, dos grandes, Hawkeye y Trapper respectivamente, vestidos para la ocasión. Y por supuesto, la banda sonora, firmada en en el albor de los setenta por Altman Jr., si pinchas aquí.
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