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La Copa de Europa

fragmento

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“Sus dedos están morados”, le dijo ayer por la tarde. Quedaron para que le devolviera las llaves de casa, donde había estado durmiendo estos días previos al sonar. Quien imaginaría desearle la muerte a alguien, pensó. Y esa idea retomó fuerza ya de noche, al sostener en sus manos El Año del Pensamiento Mágico de la estadounidense Joan Didion. Durmió.

 

La mañana siguiente era sofocante, de embotellamiento en un festival veraniego. En la biblioteca, estuvo media hora debatiéndose entre quitar el hilito de plata de la tercera página o no usurpar el libro que debería tener finalizado antes del martes. No era una gran traducción, pero leerlo en castellano sería mucho más rápido que en su idioma original. “No hagas trampas”, se dijo y se marchó, manos vacías, de la que hace tiempo dejó de ser su universidad. Mientras conducía hacia el trabajo, en su cabeza sonó Canonball.

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