pauline en la playa
La ópera dolorosamente reprimida de la voz de Stuart Staple en Trouble Every Day me venía a la cabeza de vuelta en el avión. Es el antepenúltimo film de Claire Denis. Volvían también a mi las imágenes del hipnótico viaje al más allá que supuso la pasada noche L’intrus. Un hombre con un corazón nuevo que desafía las fronteras en busca de su propio paraíso que, al final, se prevé artificial. Con hijo artificial. Otro tránsito cinético. Sublime. Excelso. Puntos de encuentro formales, entre muchas otras, con la tailandesa Tropical Malady que luego Denis nos confirmó. Y nos firmó.
Claro que de Xixón otras cosas se han quedado en la retina. Por enumerar, supongo que los erizos, las pequeñas patas de Godzilla, las bocas de los buzones del edificio de Correos, el frío por debajo del abrigo, los tickets de Monopoly, el sabor de la manzana, las olas, dar tres vueltas en busca de la calle San Agustín, los Picos de Europa desde Cimadevilla y, por último pero no menos importante, el deslumbrante libro sobre Tod Solonz -Monstrenco hand made-, sus gafas verdes y el rosa de su última película: Palíndromos.
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