Blogia
La Copa de Europa

2ª alarma

De entre todas las virtudes, la benevolencia es de las más hipócritas que reconozco en mí. Fuera entonces complacencias y buenas intenciones, circunloquios y eufemismos. Palabras llanas.
Me dejo guiar, entonces, por el verbo de mi colega Sergio, y el domingo será día de calçots, principalmente porque estoy dentro de ese elevado tanto por ciento que no tiene ni puta idea de lo que se dice en el tratado para conseguir que la bandera azul esté por encima de nuestra bandera humana, y porque, además, mi ignorante percepción de la política internacional no confía en aquellos que dibujan una europa separada en nuestra más pequeña economía.
Antes, mucho antes, la imagen de Nicole Kidman literamente loca de amor por un perturbador chaval de diez años se habrá colado por mis retinas para dejarme pausada y ralentizada del mismo modo que fluyen los fotogramas y la propia historia de Birth. Y en un salto de raccord más propio del mal llamado postmodernismo cinematógrafico que de la continuidad narrativa que proclama un cada vez más sublime Eastwood, me empaparé horas después y de nuevo con la figura de Yukio, para advertir, dos veces en un mismo fin de semana, que no existen líneas fronterizas ni axiomas ad eternum sino benevolentes intenciones, talantes de buen rollo y pocos, muy pocos proyectos que por escapar del lugar común acaban, como no puede ser de otra manera, en un cul de sac suicida.

1 comentario