Bibliotheke
Borges fue director de la Biblioteca Nacional durante el auge cosmopolita de un Buenos Aires receptáculo, paraíso literario de la entreguerra europea, cuello de botella por donde se filtraron las ficciones emigrantes. Y fue Borges quien soñó con el universo completo, dispuesto (des)ordenadamente en forma de volúmenes y más volúmenes. Uno lleva(ba) a otro y así hasta el infinito. El cosmos encerrado. O no. De hecho, no creo que el saber claudicara a soportar la existencia entre cuatro paredes, o cinco, o quince mil setecientas ochenta y cuatro veces repetidas hasta la enésima potencia... No. Una biblioteca es todavía más románticamente aburrida.
En la biblioteca donde trabajo somos casi todo mujeres. Cuando entras hay una electricidad extraña. Debe ser por la moqueta, pienso. Lo primero que se hace es recoger los libros de las mesas y colocarlos donde toca. Y luego... Pues luego cada uno a su sección: los becarios a ordenar su jodida, o no tanto, sección. ¿La mía? Diccionarios, pelis y el almacen. Los diccionarios, eufemísticamente denominados libros de referencia, pesan, pesan mucho. Primero están las enciclopedias, compendio del recorrido de la humanidad. La Britannica, la Catalana,... Más adelante diccionarios de todo tipo: de linguística (código P29) y cuatro libros de Mr. eminencia David Crystal, de terminos jurídicos (código H9, de italiano, de latín, griego, inglés, catalán, portugués, alemán [...] de literatura, de medicina.
Las pelis están ordenadas según el formato. Duvidubis (DVDS), siempre desordenados, apenas hay unos veinte que te dejen llevar a casa; el Laser Disc, ese formato a medio camino del vinilo y el cedé; y el vídeo, unos mil videotapes repartidos entre la planta baja y la menos uno. El almacen es la planta -1 y allí se guarda la colección del periódico AVUI, desde 1976, fecha de su primera tirada, hasta la actualidad; y además también se guarda lo restante de los vídeos y de las diferentes secciones: filología, derecho, arte, historia, cine y comunicación.
Ahora que está más en boga la deconstrucción tras la desparición de Derrida, prestidigitador de la filosofía contemporánea, me permito la licencia de deconstruir mi propio texto trabajando-en-la-biblioteca-hoy-estoy-llegando-tarde: colocar, ordenar, leer, mirar, curiosear, colocar, ojear, hojear, y observar. Personas que estudian, leen, desordenan mi trabajo, compañeros que vienen a saludarme y me alegran la tarde. Tanto o más que ese chico fantásticamente guapo que se pasa todos los días. Aunque siempre hay un chico guapo con el que cruzar miradas en una biblioteca. No sé si Borges acabó por descubrirlo -teniendo en cuenta que él era casi, o más bien totalmente bizco-, ojos que se iban o hacia los libros o, acaso, hacia las señoritas que por ahí se pasaban en busca de saber.
La biblioteca, eso que otros llaman universo, es un lugar estupendamente aburrido, parsimónico en su cadencia temporal, eléctrico, pesado en su masa, y que forma parte del sueño, romántico e inútil, de todos aquellos que tiene, tenemos, el libro como fetiche personal. Es, en fin, un trabajo más.
En la biblioteca donde trabajo somos casi todo mujeres. Cuando entras hay una electricidad extraña. Debe ser por la moqueta, pienso. Lo primero que se hace es recoger los libros de las mesas y colocarlos donde toca. Y luego... Pues luego cada uno a su sección: los becarios a ordenar su jodida, o no tanto, sección. ¿La mía? Diccionarios, pelis y el almacen. Los diccionarios, eufemísticamente denominados libros de referencia, pesan, pesan mucho. Primero están las enciclopedias, compendio del recorrido de la humanidad. La Britannica, la Catalana,... Más adelante diccionarios de todo tipo: de linguística (código P29) y cuatro libros de Mr. eminencia David Crystal, de terminos jurídicos (código H9, de italiano, de latín, griego, inglés, catalán, portugués, alemán [...] de literatura, de medicina.
Las pelis están ordenadas según el formato. Duvidubis (DVDS), siempre desordenados, apenas hay unos veinte que te dejen llevar a casa; el Laser Disc, ese formato a medio camino del vinilo y el cedé; y el vídeo, unos mil videotapes repartidos entre la planta baja y la menos uno. El almacen es la planta -1 y allí se guarda la colección del periódico AVUI, desde 1976, fecha de su primera tirada, hasta la actualidad; y además también se guarda lo restante de los vídeos y de las diferentes secciones: filología, derecho, arte, historia, cine y comunicación.
Ahora que está más en boga la deconstrucción tras la desparición de Derrida, prestidigitador de la filosofía contemporánea, me permito la licencia de deconstruir mi propio texto trabajando-en-la-biblioteca-hoy-estoy-llegando-tarde: colocar, ordenar, leer, mirar, curiosear, colocar, ojear, hojear, y observar. Personas que estudian, leen, desordenan mi trabajo, compañeros que vienen a saludarme y me alegran la tarde. Tanto o más que ese chico fantásticamente guapo que se pasa todos los días. Aunque siempre hay un chico guapo con el que cruzar miradas en una biblioteca. No sé si Borges acabó por descubrirlo -teniendo en cuenta que él era casi, o más bien totalmente bizco-, ojos que se iban o hacia los libros o, acaso, hacia las señoritas que por ahí se pasaban en busca de saber.
La biblioteca, eso que otros llaman universo, es un lugar estupendamente aburrido, parsimónico en su cadencia temporal, eléctrico, pesado en su masa, y que forma parte del sueño, romántico e inútil, de todos aquellos que tiene, tenemos, el libro como fetiche personal. Es, en fin, un trabajo más.
24 comentarios
sergio -
iNTerGaLaCTiC BiTCH -
¡ vamos chic@s, entretenedme un poquitín más !
sergio -
aran -
Patri -
manu -
arantza -
Capitán Halsey -
edurne -
creo que ya te he pillao.. quién si no, el eterno polemista. Me suena demasiado esa forma de escribir y de ofenderse
(el anónimo era yo)
¿me equivoco? bueno en cualquier caso dirás que no..
Capitán Halsey -
paula -
Ramon -
Ramon -
paula -
edurne -
Anónimo -
Capitán Halsey -
Capitán Halsey -
Xavi -
kathy defoe -
Capitán Halsey -
marquinho -
La biblioteca total, mais oui!
Edmond Wells -
Anónimo soy yo.
Anónimo -
la biblioteca.
Dan ganas de entrar.
Y leer contigo la obra de Carlo Fabretti "El libro Infierno" donde compara la biblioteca a la serie de nueve círculos concéntricos en forma de embudo que conforman el infierno, descrito por el Dante en la Divina Comedia.