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La Copa de Europa

historias del señor k.

historias del señor k. El señor K. no consideraba necesario vivir en un país  determinado. Decía:
    -En cualquier parte puedo morirme de hambre.
    Pero un día en que pasaba por una ciudad ocupada por el enemigo  del país en que vivía, se topó con un oficial del enemigo, que le  obligó a bajar de la acera. Tras hacer lo que se le ordenaba, el  señor K. se dio cuenta de que estaba furioso con aquel hombre, y no  sólo con aquel hombre, sino que lo estaba mucho más con el país al  que pertenecía aquel hombre, hasta el punto que deseaba que un  terremoto lo borrase de las superficie de la tierra. "¿Por qué razón  -se preguntó el señor K.- me convertí por un instante en un  nacionalista? Porque me topé con un nacionalista. Por eso es preciso  extirpar la estupidez, pues vuelve estúpidos a quienes se cruzan con  ella".

4 comentarios

Guillermina -

O yo estoy loca o esto me recuerda mucho a Chesterton... O ambas, por qué no.

¡Saludos!

Juan -

- He observado -dijo el señor K.- que mucha gente se aleja, intimidada de nuestra doctrina por la sencilla razón de que tenemos respuesta para todo. ¿No sería conveniente que, en interés de la propaganda, elaborásemos una lista de los problemas para los que aún no hemos encontrado solución?

Paula -

El señor K. fue hombre de mundo y, como muy bien dices, usaba monóculo, principalmente para observar más de cerca las extrañas especies que poblaban su íntimo y delicado jardín. Ahí va otro fragmento:

"El señor K. contemplaba un día una pintura que representaba ciertos objetos bastante caprichosamente.
-A algunos pintores -dijo- les ocurre lo mismo que a muchos filósofos cuando contemplan el mundo. Tanto se preocupan por la forma que se olvidan de la sustancia. En cierta ocasión, un jardinero con el que trabajaba me dió una podadora con el encargo de que recortase un arbusto de laurel. El arbusto estaba plantado en un macetón y se empleaba en las fiestas como elemento decorativo. Había que darle forma esférica. Comencé por podar las ramas más largas, mas por mucho que me esforzaba en darle la forma apetecida, no conseguía ni siquiera aproximarme. Una vez me excedía en los cortes por un lado; otra vez, por el lado opuesto. Cuando por fin obtuve una esfera, resultó demasiado pequeña. El jardinero me comentó decepcionado: "Muy bien, la esfera ya la veo, pero ¿dónde está el laurel?".

Punki -

Jo, que historia tan bonita. A ver si publicas más historietas del señor K. Y a ver si nos cuentas más cosas de él. Como viste, cuantos años tiene, si está casado... Y sobretodo, ¿es cierto ese rumor de que en el momento en que se encontró con el oficial enemigo llevaba un monóculo?