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Deauville 2005. Mas alla de los Pirineos el orden mecanografico de los teclados es diferente, como tampoco estan localizables los acentos por mucho que los franceses se vanaglorien de ello en lo que Saussere, el padre de la linguistica moderna, denomino actos performativos. Tampoco existe, por supuesto, esa letra que tan bien define el idioma patrio. Por otro lado, el que corresponde con mi presencia alla donde los americanos desembarcaron -bueno, un poquito mas lejos-, obertura de festival con una cursileria tailandesa: "The Oberture", salida de la batuta de Itthi-Shunthorn Wichailak; luego "Marebito", un ensayo sobre la locura y el terror de la mano de Takashi Shimizu, incesto, asesinato, vampirismo y videotapes incluidos; y "A Family" de Lee Jung-chul una conmovedora historia sobre las relaciones paterno- filiales: contencion narrativa, emocion entre las butacas.
Para quien tenga curiosidad por saber como es Deauville adelantare que parece un decorado de algun cuento de Hans Christian Andersen y que todo el mundo viste de Chanel, Ralph Lauren, Sonia Rykel o Dior. Aunque aseguro que nadie como Gen Takahashi como para marcar estilo yakuza en esto de los cocktails de festivales. En el de ayer, justamente, no dejaba de rondarme por la cabeza la tentadora idea de robar una silla de montar Hermes. Mi angel personal tuvo que llenarme las manos de copas de Champagne y de platos de risotto para que finalmente no lo hiciera. Y como una retirada a tiempo deja mejor sabor de victoria, nos fuimos los cuatro, yo, mi angel y nuestras borracheras, a refugiarnos en nuestro hotel viscontiniano para experimentar eso de La Muerte en Normandia.