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La Copa de Europa

Donostiako Zinemaldia Nazioarteko 5

Donostiako Zinemaldia Nazioarteko 5 Los hay que se pierden por Madrid, por Barcelona y los hay que se pierden en Donostia y en todas partes. Puedo decir que soy de las que se pierden en todas partes. Porque ya desde el principio te ves venir. Y es que antes de coger el coche para hacer uno de esos viajes iniciáticos (mi primero en dos años)ya no pude evitar perderme. Coge el coche de resaca de toda la gaseosa ingerida. Como mínimo suenan los Moving Units y Los Planetas (a Xavi no le dejamos poner nada de música -las chicas, las tiranas-). Y la llegada a la ciudad de La Concha, descoloque completo. Podemos afirmar los compañeros de viaje que ésta debe ser sin duda la ciudad más jodida para aparcar el coche. Por la noche, unos pinchos, unos zuritos y a preparar mi primera crónica. Edurne sale en busca de pequeños testimonios que le den su opinión sobre el festival y acabamos topando con un calvo nihilista que realmente, pensamos, se debe aburrir inmensamente en esta ciudad. 22.39 H, primera aparición estelar de mi voz en las ondas de radio.
El jueves recojo la acreditación, con esa foto tan espeluznante en la que parezco recién salida de algún club en los que rodó la parte de los conciertos el Winterbottom para sus nueve canciones. Información de ruedas de prensa. Papeles, papeles. La sala de prensa del Kursaal está plagada de periodistas, muchos en busca de más papeles, otros recogiendo la horrible bolsa del festival, en forma de bolsa playera con la imagen gráfica del festival serigrafiada. Y por fuera, la alfombra roja aguanta como una jabata la contínua lluvia. Para ella el día siguiente será el de su lucimiento.
Los pinchos -uno de esos tópicos inevitables de todo aquél que viaja a Euskadi- son abundantes, variados y especialmente buenos. Se pueden acompañar de una botella de sidra que con el dosificador siempre es más facil para escanciarla. Reconozco que a mí me encanta escanciar. También se puedn acompañar los pinchos con una caña de cerveza, o con txacolí, el vino blanco -un poco espumoso, también debe escanciarse- de estas tierras vascas. Los pinchos los puedes comer a todas horas porque desde bien entradda la mañana ya te encuentras con más de veinte platos con pinchos diferentes esperando en la barra a ser comidos.
Cuando el viernes por la mañana nos encontramos, no podemos evitar sentirnos cursimente emocionados por acudir al primer, primer, PRIMER, pase de "Melinda y Melinda", la última película de Woody Allen. Pienso que no debemos ser los únicos porque "El Diario Vasco" abre su portada con la noticia de que Allen pisará San Sebastian, y además, hay una larga cola en el Kursaal para entrar a la proyección. Nos sentamos en el piso de arriba, y no podemos dejar de estar boquiabiertos. El Kursaal por dentro es todavía más inmenso de lo que parece. Paredes cubiertas de madera, las butacas están tan empinadas que parece que vayas a caerte por un precipicio, y la pantalla blanca reluce por detrás del telón de color típicamente berenjena. Nos había llegado el rumor de que Allen presentaría este primer pase, pero finalmente no aparece. Casi dos horas más tarde termina la película, (no la voy a contar, porque ésta la estrenan), y tras mil aplausos bajo corriendo a la sala de ruedas de prensa. Aparece Mr. Allen con el equipo artístico del filme y todos los periodistas aplauden de pie mientras los fotógrafos, en avalancha, se pelean por el pasillo de enfrente de la mesa para conseguir la instantánea de la mañana. Woody Allen está especialmente ingenioso esa mañana. A uno de los periodistas le cierra la boca con un lacónico "ME PARECE UN POCO BIZARRA ESA OBSERVACIÓN" cuando éste le pregunta sobre un par de referencias a Stanley Donen y a Billy Wilder que le pareció encontrar en "Melinda y Melinda". A otra pregunta sobre una posible referencia shakesperiana en el nombre de Melinda, la protagonista, Allen responde que es un nombre que le resulta muy fácil teclearlo en la máquina de escribir, y que por eso lo escogió. Nos confiesa también que se equivocó al escoger el clarinete como instrumento, porque definitivamente el piano es uno de los instrumentos musicales más sexys -tocar el piano con un cigarrillo en la boca es una imagen irresistible según Allen, mientras que al tocar el clarinete a uno se le hinchan los carrillos y pareces de todo menos sexy-. Ahora está rodando en Londres, pero insinuó que quizás rodara en Barcelona, así, quién sabe, puede ser que un día nos lo encontrmos paseando por el Gótico. También nos aseguró que todavía le quedan muchas ideas para hacer películas y que le gustaría hacer películas hasta morir. Ahí queda todo.
Como no tenemos suficiente con la dosis matutina de ingenio made in Manhattan, por la tarde vamos a ver "What's up Tiger Lily?", un film que sería las delicias del Priante -estética 60, glamour en cada plano-, y que es un ejemplo de como hacer de una peli de espías japoneses una de las grandes paridas de tu carrera, de la de Allen, digo, y es que más adelante él renegó de este film.
A eso de las diez, se estrena la alfombra roja, y entre empujones y gritos de "¡Pedro, Pedro!, se me ocurre que a pesar de no estar pisando el terciopelo rojo, mis acompañantes siempre serán más majos que el que iba esa noche con la Pataky. Seguro.
A las 22H "Notre Musique", Premio Fipresci al mejor film del año. Una pequeña joya que Godard, el mítico Godard nos ha regalado este año. Poesía cinematográfica. Melancolía y esperanza en cada plano, un guión que se basa en las ausencias y que, sin embargo, está completamente lleno de sentido en sus intenciones. Tres actos: Muerte, Purgatorio, Paraíso, en donde explica cuál es el son en el que nos movemos, de modo absurdo, los humanos. Tres actos en donde, asimismo, el ensayo teórico se aproxima, más que nunca, a la irremediable praxis de la vida: el plano y el contraplano, el enfrentamiento por el espacio visual, la contradicción mostrada desde las manos de un Godard ya mayor, pero igual de combativo.
El primer Jack Daniel's con hielo hizo que el sábado fuera un día inexistente. A las cinco de la tarde me metía en la cama no sin antes superar con más gracia que pena uno de los grandes momentos iniciáticos de mi carrera como periodista. Y las consecuencias de no dormir en dos días son perderte el pase de prensa de "Nine Songs" como mínimo y reordenar el horario de las películas que vas a ver,y eso es cosa complicada, lo prometo.
Hoy llueve, los zapatos rosas que llevo me hacen resbalar a la mínima de cambio, y todavía quedan muchas películas por delante (desde hoy mismo, voy a forrar mis carpetas de estudiante senior con fotos de Michael Winterbottom sonriendo)."

3 comentarios

edurne -

no creas joi, era un pelin coñazo

joi -

Me encantó la crónica :) aunque me hubiera gustado saber más de ese calvo nihilista... saludos

Xavi -

Estoy sentado a la derecha de Paula. Parece una frase bíblica y, en cierto modo lo es, porque en este paraíso asfaltado "Ella" se ha convertido en mi guía. Una guía que a veces se emborracha y te emborracha, pero que a veces te ayuda a encontrarte. Como en las Sagradas Escrituras -evoco a mis 12 años de estudiante de un colegio salesiano- Paula y Edurne acaban sabiéndolo todo de todo. Una de cine, la otra de "pintxos" (jeje)... ¿yo? de música, aunque no quieran reconocerlo. En cualquier caso, no me vienen mal sus decisiones, porque me evitan tener que pensar en nada más, en absolutamente nada más, que en respirar y disfrutar. Esa es la idea que llevaba cuando me dijeron "déjalo todo y únete a nosotras", y eso es lo que está ocurriendo. Eso, como en mis años de colegio salesiano, me devuelve algo de fe a pesar de mi falta de religión. ¿La clave? Substituir a un santo por otro. Antes me obligaban a verlo en estampitas, ahora el nuevo santo, San Sebastián, me lo encuentro en las postales. Yo también soy de los que me pierdo por la ciudades, sobretodo en las ciudades que me pierden.